Fotografía: Redacción CIgdl.
El empate ante Atlas dejó en claro que las Chivas enfrentan una crisis que va más allá del resultado en el campo. Aunque por breves minutos parecía que el equipo podía aspirar a pelear por un lugar en el Play-In, la igualdad lograda por Uroš Đurđević dejó en evidencia la fragilidad del proyecto actual, que sigue sin encontrar su rumbo.
El gol de Hugo Camberos parecía abrir una ventana de esperanza, pero la alegría duró solo cinco minutos. La respuesta de Atlas, a través del empate de Đurđević, frustró las aspiraciones rojiblancas y evidenció que las fallas no solo están en la cancha, sino en la estructura que respalda al equipo. Las oportunidades que generaron en el segundo tiempo no fueron aprovechadas, pero el verdadero problema parece estar en la dirección del club.
Expertos y analistas cercanos a la institución coinciden en que el verdadero talón de Aquiles se encuentra en la cúpula directiva. Desde la salida de Fernando Hierro, el proyecto deportivo de Chivas ha perdido rumbo. Las decisiones tomadas por Juan Carlos Martínez y Fran Pérez han sido duramente cuestionadas, acusadas de no responder a las necesidades del club y de generar una continuidad improductiva.
Mientras tanto, el discurso de buscar culpables en jugadores o cuerpo técnico ha perdido fuerza y credibilidad. La afición, que clama por un equipo competitivo, ha escuchado en repetidas ocasiones promesas vacías y mensajes que no logran traducirse en resultados concretos.
Hoy más que nunca, el club necesita afrontar sus problemas estructurales con decisión y dejar atrás la improvisación. La historia de Chivas ha demostrado que solo con una dirigencia comprometida y clara podrá revertir esta tendencia y devolverle a la institución el orgullo y la competitividad que todos anhelan. De lo contrario, la crisis podría convertirse en una constante que amenaza su tradición y su futuro en el fútbol mexicano.
