Fotografía: Redacción CIgdl.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dio a conocer su primer informe de gobierno tras casi un año en el cargo, en medio de una narrativa que busca consolidar logros y proyectar continuidad. Sin embargo, tras la pompa protocolaria, florecen interrogantes sobre qué tanto de las promesas y datos presentados reflejan una realidad transformada y qué sectores aún enfrentan desafíos profundos.
Sheinbaum destacó con entusiasmo la reducción de la pobreza y la desigualdad, atribuyéndose la continuidad de la “gran hazaña” iniciada por López Obrador. La disminución del porcentaje de población en pobreza, de 41.9% a 29.5%, se presenta como un logro histórico, pero ¿qué significa esto en términos reales para las familias mexicanas? Es imprescindible preguntarse si estos avances son resultado de políticas que han llegado a todos los rincones del país o si siguen desplazados aquellos que viven en la marginación más extrema.
Asimismo, la reducción del coeficiente de Gini a 0.391, posicionando a México como el segundo país con menor desigualdad en América, parece una victoria de relaciones estadísticas. No obstante, la desigualdad en México sigue manifestándose en obstáculos cotidianos: acceso a servicios de salud de calidad, oportunidades educativas y empleo digno siguen siendo una asignatura pendiente para miles de mexicanos y mexicanas.
Al defender la intervención activa del Estado y criticar el modelo neoliberal, Sheinbaum reafirma una visión tradicional de la política social, en un contexto donde instituciones deben rendir cuentas sobre la efectividad y sostenibilidad de sus programas. La historia reciente revela que las promesas de redistribución y bienestar a veces han quedado en un discurso, mientras que las desigualdades estructurales permanecen. ¿Será que su gobierno logrará transformar efectivamente las lógicas económicas que permean todos los niveles de la sociedad?
En el ámbito legislativo, la aprobación de reformas y nuevas leyes, como la elección popular de ministros y jueces, parecen marcar un camino hacia mayor independencia judicial y participación social. Sin embargo, la calidad y el impacto de estas reformas quedan pendientes de la implementación y del real compromiso con la convivencia democrática y el respeto a los derechos humanos.
En materia económica, Sheinbaum presume récords en inversión y avances en relaciones exteriores. Pero ante un escenario global de incertidumbres, ¿se han consolidado modelos que garantizan una economía verdaderamente inclusiva? ¿O estamos ante logros que benefician principalmente a sectores privilegiados y a las empresas del Estado, dejando de lado a los sectores más vulnerables y a las regiones más marginadas?
El informe también hace énfasis en avances en seguridad con una reducción del 25% en homicidios dolosos y mejoras en la lucha contra delitos de alto impacto. Aunque estos datos puedan ser alentadores, la realidad en muchas comunidades sigue marcada por la violencia, el miedo y las carencias en protección y justicia.
Finalmente, la presencia de nuevos ministros de la Suprema Corte en un contexto de tensiones institucionales hace cuestionar si la justicia en México avanza realmente o si continúa siendo un campo de batalla de intereses políticos.
El primer informe de Claudia Sheinbaum puede leerse como un acto de consolidación, pero también como un recordatorio de que aún hay un largo camino por recorrer para que los avances en cifras y proyectos se traduzcan en cambios sustantivos en las vidas de quienes más lo necesitan. La verdadera prueba de su gobierno será si logra transformar esas cifras en realidades humanas duraderas.
