En medio de un ambiente de recogimiento y fervor, la Virgen de Zapopan emprendió este domingo su regreso al hogar, marcando el cierre de su peregrinación anual con la edición número 291 de la tradicional Llevada. Tras varios meses de visita a parroquias en toda la Zona Metropolitana de Guadalajara, “La Generala” fue escoltada por cientos de fieles que, desde las primeras horas del día, se congregaron frente a la Catedral de Guadalajara para despedirla.
Flores, veladoras encendidas y pañuelos blancos ondeando al viento fueron parte del emotivo adiós que le ofrecieron los devotos, mientras las campanas repicaban anunciando el inicio del recorrido de vuelta a la Basílica de Zapopan. Entre cantos, rezos y expresiones de fe, la imagen avanzó rodeada de un ambiente que combinó solemnidad con esperanza.
Durante la misa de despedida, el Monseñor Engelberto Polino Sánchez, obispo electo de Tepic, dirigió un mensaje que apeló a los valores de paz, reconciliación y fraternidad. En su homilía, reflexionó sobre el llamado del cristiano a crecer espiritualmente a través de la empatía con los demás, resaltando que la convivencia cotidiana también es un terreno donde florece la fe.
Inspirado en el pasaje bíblico del encuentro entre María e Isabel, el prelado destacó la importancia del saludo como un gesto de unidad. Invitó a los asistentes a mirar a quienes tenían a su lado y desearles los buenos días, recordando que “la paz comienza con un saludo”.
Con este mensaje, la ceremonia religiosa no solo marcó el regreso de la Virgen, sino que dejó en los corazones de los fieles un recordatorio del papel que cada creyente juega como constructor de paz en su entorno.
La Llevada de la Virgen de Zapopan, más allá de una tradición, reafirma año con año su lugar como uno de los momentos más significativos para la comunidad católica de Jalisco, que sigue encontrando en ella un símbolo de unidad, consuelo y fe viva.
