Jalisco enfrenta una amenaza silenciosa que se expande rápidamente por sus calles, patios y techos: el mosquito Aedes aegypti, portador del dengue. En lo que va del año, la entidad lidera el país en número de contagios, con un total de 706 casos confirmados, cifras que superan en más de ocho veces las 84 reportadas en el mismo periodo de 2024, evidenciando una tendencia preocupante.
El virus, transmitido por un insecto diminuto, ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias, que reportan que más de la mitad de los pacientes—364—presentan síntomas graves o en estado de alarma, lo que ha puesto a los hospitales públicos en varias regiones en estado de preparación y atención constante.
Las zonas más afectadas no permanecen ocultas ni aisladas. En diversas colonias del Área Metropolitana de Guadalajara, comunidades enteras están viviendo la presencia constante del insecto. Lugares como Agua Fría, Balcones de Oblatos, Talpita, Rancho Nuevo y Miravalle se han convertido en escenarios donde el zumbido del mosquito es una constante en la cotidianidad, generando una sensación de inseguridad y de urgencia sanitaria.
El coordinador estatal de dengue del OPD Servicios de Salud Jalisco, Miguel Becerra García, advierte que esta problemática no es exclusiva de zonas tropicales o lejanas: “El dengue y el Aedes aegypti están en nuestras casas, en el agua estancada, en los recipientes sin tapar, en los floreros y los residuos que dejamos en los patios. La situación demanda atención y acciones concretas”.
Enfatizando en los riesgos, el IMSS explica que la enfermedad puede manifestarse con fiebre elevada, vómitos, dolores musculares, de cabeza y en los ojos, y que, sin un tratamiento oportuno, puede derivar en complicaciones fatales.
Frente a este escenario, los especialistas llaman a redoblar esfuerzos en la prevención: cambiar el agua, tapar los recipientes, mantener limpios los patios y deshacerse de objetos que puedan acumular agua. Sin embargo, consideran que las campañas institucionales deben ir acompañadas de la participación activa de la ciudadanía, que debe convertirse en una aliada permanente en la lucha contra este enemigo silencioso, que no descansa y que, si no se controla, amenaza con hacer aún mayor su presencia en el estado.
