La edición número 40 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) arrancó con un acto que resonó más allá de las proyecciones: un acto de homenaje a las pioneras del cine y un recordatorio del papel del arte como agente de cambio social. La ceremonia inaugural, marcada por su carga simbólica, fue también un espacio para rememorar la historia del festival y proyectar sus metas hacia una industria más inclusiva y diversa.
Desde las primeras palabras de la rectora de la Universidad de Guadalajara, Karla Planter Pérez, se vislumbró la evolución del evento: de una pequeña muestra universitaria a una plataforma internacional que ahora abraza nuevas voces, historias y horizontes. En un mensaje filmado, expresó su gratitud por el legado de Raúl Padilla, fundador del festival, y subrayó que “el arte, y en particular el cine, continúa siendo un motor de transformación social”.
La figura central de la noche fue la ovación para cuatro mujeres que han dejado huella en el mundo audiovisual: Dolores Heredia, Mónica Lozano, Daniela Vega y Denise Guerrero. Cada una, a su manera, representa el compromiso del FICG con la visibilidad femenina y la aceptación cultural. La rectora afirmó que “el festival reafirma su convicción de que siempre ha sido tiempo de mujeres, y que esa lucha se refleja en cada rincón del evento”.
El festival, en su edición 40, también marca un hito en su apertura a Portugal como país invitado de honor, estrategia que busca ampliar los horizontes del cine iberoamericano y fomentar diálogos interculturales. Más allá de las salas, la ciudad se transforma en un escenario vivo con exposiciones y actividades que celebran la historia, la música, la lucha libre, y la expresión artística. Desde Paseo Chapultepec hasta el Museo de las Artes, el arte invade cada rincón, haciendo del festival una experiencia multisensorial.
Destaca la presentación de muestras que rescatan la memoria y relevancia del festival: “Cuarenta y contando”, una publicación que recopila los momentos más emblemáticos, personajes y aprendizajes de cuatro décadas de historia. En ella, se rememora la evolución del FICG y su compromiso con un cine más plural, crítico y humano.
Karla Planter también compartió anécdotas de su trayectoria como comunicadora cultural, destacando cómo las historias que rodean al festival reflejan el crecimiento de una industria que, más allá del entretenimiento, busca generar reflexión y cambios sociales.
Finalmente, el FICG reafirma su papel como faro de creatividad en Iberoamérica, un espacio donde el cine, la cultura y la participación ciudadana convergen para construir una tradición que trasciende la celebración anual, proyectándose como un espejo de la diversidad.



