Fotografía: Redacción CIgdl.
María del Carmen Morales buscaba a su hijo desaparecido. Ahora, la buscan a ella en la memoria colectiva de un país que no protege a quienes luchan por la verdad.
Tlajomulco de Zúñiga vuelve a vestirse de luto. Esta vez, por el asesinato de una mujer que no debía estar en riesgo, pero que lo estuvo desde el día en que decidió levantar la voz y buscar a su hijo desaparecido. María del Carmen Morales fue ejecutada junto a su hijo Jaime Daniel Ramírez Morales, en el mismo fraccionamiento Las Villas donde desapareció su primogénito, Ernesto Julián, el pasado 24 de febrero.
La noticia fue confirmada por Guerreros Buscadores de Jalisco, colectivo al que pertenecía María del Carmen. En su comunicado, describieron el crimen como un “golpe devastador” y un recordatorio brutal del peligro al que se enfrentan quienes, desde el dolor más íntimo, se convierten en investigadores, activistas y guardianes de la memoria.
María no solo buscaba restos. Buscaba justicia. Y esa búsqueda —valiente, solitaria, obstinada— la convirtió en blanco. Ahora, su nombre se suma a una lista creciente de mujeres que han sido asesinadas por hacer lo que el Estado no ha podido: encontrar a los desaparecidos.
El colectivo exigió lo obvio, lo urgente, lo que lleva años esperando respuesta: una investigación seria, inmediata y sin simulaciones. Justicia para los tres: María, Jaime Daniel y Ernesto Julián. Y sobre todo, que cese el ciclo de violencia e impunidad que mantiene en vilo a cientos de familias en Jalisco.
También apelaron directamente a la presidenta Claudia Sheinbaum, pidiéndole que intervenga. No con discursos, sino con acciones que frenen la violencia y hagan del Estado un lugar donde buscar no signifique morir.
Porque en México, hoy más que nunca, la pregunta no es solo dónde están los desaparecidos. También es: ¿Quién protege a quienes los buscan?
