Fotografía: Redacción CIgd.
El presidente de EE. UU. habló casi una hora sin interrupciones, criticó el cambio climático, arremetió contra inmigrantes, defendió aranceles y lanzó advertencias bélicas. La ONU, escenario de una nueva era de tensiones globales.
Nueva York – En un escenario cargado de simbolismo y poder, donde los discursos suelen ser cortos pero los silencios dicen mucho, el presidente Donald Trump volvió a imponer su estilo. Ignorando el límite protocolar de 15 minutos, se adueñó del estrado de la Asamblea General de Naciones Unidas durante casi una hora para desplegar un mensaje frontal, disruptivo y abiertamente desafiante a buena parte del consenso internacional.
Lo hizo sin teleprompter —por momentos fallaba— y sin filtros. Desacreditó el cambio climático (“una estafa verde inventada por gente estúpida”), desestimó las energías limpias (“todo lo verde está en bancarrota”) y elogió el regreso de Alemania a la energía nuclear y los combustibles fósiles. A su juicio, las energías renovables solo enriquecen a China, país que, dijo falsamente, “no las usa”. El mandatario ignoró así el reciente hito de Pekín al superar en 2025 la capacidad de carbón con fuentes renovables.
Choques, alianzas y un minuto de “buena charla”
En el cruce de pasillos, Trump tuvo un breve encuentro con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien lo precedió en el estrado —como manda la tradición—. “Le caí bien, me cayó bien”, dijo entre risas, y anunció una reunión bilateral para la próxima semana. El gesto contrastó con meses de tensión entre ambos, agudizada por los aranceles estadounidenses a Brasil y la situación judicial de Jair Bolsonaro, a la que Lula aludió más tarde con dureza.
Trump, en cambio, no evitó entrar en polémicas. Reivindicó su política migratoria de “cero tolerancia” y acusó a Europa de estar “siendo destruida” por una “invasión” de inmigrantes ilegales. Usó a El Salvador como ejemplo de colaboración en el encarcelamiento de migrantes con antecedentes penales y elevó su tono habitual: “Quien entre ilegalmente a EE. UU., regresa, va a la cárcel o algo peor, si saben a lo que me refiero”.
Fuego cruzado con Maduro, amenazas y “barcos hundidos”
En materia de seguridad, reveló operaciones militares “exitosas” contra redes de narcotráfico presuntamente lideradas por Nicolás Maduro. Justificó ataques a embarcaciones en el Caribe y aseguró que cada bote hundido “llevaba droga suficiente para matar a 25.000 norteamericanos”. La frase más inquietante: “Vamos a hacer desaparecer a los narcotraficantes de la faz de la tierra”.
La retórica fue tan agresiva como explícita. Trump volvió a vincular al Estado palestino con “atrocidades terroristas” y denunció el intento de reconocerlo como “una recompensa para Hamas”. Aun así, pidió un alto el fuego en Gaza. A la par, criticó duramente a India y China por financiar indirectamente la guerra en Ucrania al comprar petróleo ruso, y advirtió con más aranceles si Moscú no acepta negociar.
La ONU, en la mira: “Palabras vacías no terminan guerras”
El líder estadounidense, visiblemente molesto con el organismo que lo hospedaba, lo acusó de ser ineficaz, lento y simbólico. “Terminé siete guerras y la ONU no me llamó ni una vez”, se lamentó, en un claro intento por posicionarse como artífice de la paz mundial, pese a la continuidad de conflictos abiertos.
Dedicó también tiempo a su propia gestión, afirmando que EE. UU. vive una “edad dorada” y acusando al expresidente Joe Biden de haber entregado el país al caos. “Seis años atrás, me dirigía a un mundo en paz. Hoy hablamos de guerras y ruinas”, sentenció. Entre las ovaciones de sus simpatizantes y los rostros tensos de algunos mandatarios, Trump también dejó en claro su ambición: “Es una pena que yo haya tenido que hacer esto en lugar de las Naciones Unidas”.
Lula: “Nuestra democracia no se regatea”
Por su parte, Lula da Silva no esquivó las tensiones y defendió la justicia brasileña en el juicio a Bolsonaro: “Brasil envió un mensaje a los autócratas: nuestra democracia no se regatea”. El mandatario también denunció con vehemencia la ofensiva en Gaza, a la que calificó como un “genocidio en curso”, y se sumó al reclamo por el reconocimiento de Palestina.
Guterres: “El mundo arde y las armas reinan”
El secretario general de la ONU, António Guterres, abrió la cumbre con una advertencia sombría: el planeta atraviesa una “era de sufrimiento implacable”, marcada por la desigualdad, el hambre como arma de guerra, y la manipulación de la verdad mediante inteligencia artificial. “Por cada dólar invertido en paz, gastamos 750 en armas. Esto no solo es insostenible, es indefendible”, dijo.
Mientras se sucedían los discursos, el Servicio Secreto de EE. UU. desmantelaba en secreto una red de más de 100.000 tarjetas SIM escondidas a menos de 50 km de la ONU. Según fuentes oficiales, el sistema clandestino podría haber paralizado comunicaciones, interferido con emergencias y generado caos en plena cumbre de líderes
La Asamblea General de Naciones Unidas, que este año celebra 80 años desde su fundación, volvió a ser escenario de profundas fracturas ideológicas, estratégicas y humanitarias. Lejos de los discursos diplomáticos moderados, Trump imprimió su sello inconfundible: directo, polémico, desafiante. En una semana donde las guerras y el hambre piden respuestas urgentes, el multilateralismo se pone a prueba una vez más.
