Fotografía: Redacción CIgdl.
El desabasto de medicamentos sigue golpeando a los hospitales de Pemex, y lejos de asumir responsabilidad, la presidenta Claudia Sheinbaum ha optado por culpar —una vez más— a las farmacéuticas, evadiendo así la rendición de cuentas por la crisis sanitaria que afecta a miles de derechohabientes.
Durante una declaración reciente, Sheinbaum afirmó que el desabasto en instituciones como el IMSS, ISSSTE y Pemex se debe al “incumplimiento de contratos” por parte de las empresas proveedoras de medicamentos. Sin embargo, la explicación ya parece un disco rayado en una administración que ha tenido años para resolver una cadena de suministro que, pese a sus promesas, sigue siendo deficiente.
“Hay 85 por ciento de abasto”, aseguró la mandataria, destacando que “Las Rutas de la Salud han funcionado” y que el nuevo esquema de distribución es un éxito. Pero en los hospitales de Pemex, la realidad es otra: médicos y enfermeras han tenido que sacar dinero de su bolsillo para comprar medicamentos e insumos básicos ante la falta de respuesta institucional.
El discurso oficial insiste en que todo marcha bien, pero los testimonios de personal de salud y pacientes lo contradicen. La carencia de medicamentos oncológicos, analgésicos, antibióticos y hasta materiales de curación no puede ocultarse con cifras optimistas ni con la repetición de frases hechas sobre eficiencia gubernamental.
¿Dónde está el “Estado de bienestar” que se prometió? ¿Dónde están los castigos a las farmacéuticas “incumplidas”? Hasta ahora, no se ha transparentado qué empresas fallaron, qué contratos se rescindieron o qué medidas concretas se están tomando. La opacidad sigue siendo la norma.
Mientras el gobierno se escuda en excusas, quienes pagan las consecuencias son los pacientes y el personal médico, quienes enfrentan no solo la falta de insumos, sino también la indiferencia institucional. Los hospitales de Pemex, que deberían ser ejemplo de atención para sus trabajadores, hoy son muestra de cómo la ineficiencia administrativa y la falta de voluntad política pueden deteriorar aún más un sistema de salud que ya estaba en crisis.
No basta con culpar a terceros. La salud pública exige responsabilidad, acción y resultados, no más justificaciones.
