Fotografía: Redacción CIgdl.
En medio de una sesión marcada por la división interna y señalamientos de prácticas cuestionables, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) validó por mayoría de seis votos contra cinco las elecciones para integrar el Tribunal de Disciplina Judicial, la Sala Superior y las Salas Regionales del Tribunal Electoral. La aprobación no estuvo exenta de controversia: persisten acusaciones sobre el uso sistemático de “acordeones” que habrían beneficiado a un grupo específico de candidatos.
El consejero Martín Faz lanzó una de las críticas más severas, al advertir que el uso de formatos prellenados con los nombres de cinco aspirantes —conocidos como acordeones— habría inclinado la balanza en más del 51.5% de las casillas computadas. El patrón, dijo, se replicó en los 32 estados del país, con los mismos cinco candidatos favorecidos en el 100% de los casos.
“Esto no es una coincidencia ni una mera preferencia colectiva. Estamos frente a una posible operación estructurada para imponer resultados”, advirtió Faz, quien respaldó su argumento en la improbabilidad estadística de que en casi 90% de las casillas se repitieran boletas idénticas entre más de 174 mil combinaciones posibles.
A pesar de las advertencias y del apretado margen en la votación del Consejo, los magistrados electos recibieron sus constancias en una ceremonia oficial. La entrega, sin embargo, se vio empañada por el debate no resuelto sobre la integridad del proceso y la aparente normalización de mecanismos que, según expertos, distorsionan el espíritu democrático de estas designaciones.
El caso abre una nueva grieta en la credibilidad de los procesos internos del INE, justo cuando se avecinan reformas clave en el sistema electoral del país. Para algunos, lo ocurrido es una llamada de alerta sobre cómo prácticas informales pueden consolidar estructuras de poder. Para otros, una muestra de que las decisiones importantes siguen repartiéndose entre élites, aunque cambien las formas.
