Fotografía: Redacción CIgdl.
• El Paquete Económico llega comprometido en tres de cada cuatro pesos, mientras la oposición —dominada por cálculos personales más que por visión de Estado— se mantiene ausente del debate. Todo apunta a que los recursos no alcanzarán para responder a los rezagos en salud, educación y seguridad
La economía mexicana entró al segundo semestre de 2025 con señales de fatiga más evidentes de lo que reconoce el discurso oficial.
Apenas hace unos días, la presidenta Claudia Sheinbaum celebró con entusiasmo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ajustara al alza su pronóstico de crecimiento para México a 1%. Sin embargo, detrás de ese aparente respiro, las cifras más recientes del INEGI ofrecen una fotografía preocupante: la formación bruta de capital fijo retrocedió 6.6% en el primer semestre, restando 1.4 puntos porcentuales al PIB.
Dicho de otra manera, si la inversión se hubiera mantenido estable, el crecimiento habría sido de 1.8% y no de apenas 0.4%, lo que constituye, un golpe directo al corazón del crecimiento.
Los datos de julio confirmaron esa tendencia. El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) cayó 0.9% a tasa mensual, más débil de lo esperado tanto por analistas como por el propio IOAE del INEGI.
A nivel anual, la actividad retrocedió 1.2%, su peor desempeño desde febrero de 2021. El detalle por sectores mostró caídas en todos los frentes:
Actividades primarias: -12.2%
Actividades secundarias: -2.8%
Actividades terciarias: +0.4%
Con ello, la economía volvió a niveles similares a los de enero, quedando por debajo del máximo alcanzado a mediados de 2024.
En paralelo, el Paquete Económico 2026 llegó con las manos atadas: tres de cada cuatro pesos de ingresos están ya comprometidos en pensiones, transferencias a estados e intereses de la deuda. Esto deja un margen mínimo para áreas clave como salud, seguridad y educación, que siguen rezagadas respecto a estándares internacionales. Pemex, en lugar de aportar recursos, se convertirá en carga neta para el erario.
Así, la economía mexicana encara el tercer trimestre con una inversión deprimida, un crecimiento frágil y un presupuesto rígido. La falta de consensos políticos para replantear el rumbo agrava la vulnerabilidad: sin inversión ni contrapesos, el margen de maniobra del país se reduce a la mínima expresión.
La historia ofrece esa advertencia: los partidos hegemónicos suelen caer cuando la política se distancia de las exigencias económicas. Al PRI le ocurrió en los noventa, atrapado entre control y modernización. Morena enfrenta un dilema parecido, aunque con una oposición fragmentada que desperdicia la inconformidad de casi 40% del electorado en 2024.
@JErnestoMadrid
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